¿CUERPO, MENTE Y ESPÍRITU?
Al referirnos a la actividad física como ejercicio para la mejora de la salud y de nuestra funcionalidad como personas debemos establecer unos límites que contengan con la mayor amplitud posible la esencia de este significado.
Para entenderla tenemos que dar respuesta a tres cuestiones fundamentales sobre nuestra capacidad de acción:
• Qué podemos hacer
• Cuánto de eso podemos hacer
• Cómo podemos hacerlo
Estas tres cuestiones delimitan nuestra atención cuando queremos estudiar y aplicar los conocimientos adquiridos en materia de actividad física al contexto de las artes marciales.
Solemos hablar de un entrenamiento enfocado al cuerpo, a la mente y al espíritu. Pero corremos el riesgo de perdernos en la amplitud grandilocuente de estas palabras si no somos lo suficientemente prácticos como para intentar comprender su verdadero significado. Revisemos estas tres cuestiones y veamos cómo podemos reenfocar nuestra idea de entrenamiento integral partiendo de las respuestas que nos llegan.
¿Qué podemos hacer? La primera cuestión se refiere a nuestra estructura corporal, nuestra genética de base que determinará qué cosas podremos hacer y qué cosas no a lo largo de nuestra vida. Nuestra constitución corporal, aunque puede optimizarse, está sujeta a unos límites de crecimiento biológico que heredamos de nuestros padres. Si alguien pretende rebatir este argumento puede ver la película «Vaya par de gemelos» y comparar la estructura corporal de Dani de Vito con la de Arnold Schwarzenegger, creo que sobra ahondar más al respecto.
¿Cuánto podemos hacer? La segunda cuestión se refiere a nuestras cualidades físicas. Fuerza, resistencia, flexibilidad y velocidad. Todas ellas entrenables dentro del marco que biológicamente nos permitirá la primera cuestión.
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