El arte de mantener el uno: superando la procrastinación a través del Shouyi
En el ritmo acelerado de la vida moderna, la procrastinación se ha convertido en una sombra familiar para muchos de nosotros. Posponemos tareas importantes, evitamos tomar decisiones o permitimos que las distracciones nos alejen de nuestras metas creando con ello un problema que parece universal. Sin embargo, desde la perspectiva del entrenamiento marcial integral, la procrastinación no es solo un problema de falta de disciplina o voluntad, sino una desconexión más profunda con nuestro propósito central en la vida como individuos únicos y excepcionales. Es aquí donde el concepto de Shouyi (守一), que significa «mantener el uno», aparece como un modelo de intervención que nos permite guiarnos en mitad de estas fuerzas interferentes.
¿Qué es el Shouyi?
Desde la perspectiva del taoísmo filosófico, Shouyi implica una dedicación consciente a preservar la unidad interna verdadera, alineando las fuerzas mentales, corporales y espirituales de forma sinérgica y perceptiva frente a un propósito claro y esencial. En términos más prácticos, representa la habilidad de vivir intensamente conscientes centrados en lo verdaderamente importante, evitando la dispersión de energía y el desorden que surge de perseguir múltiples direcciones al mismo tiempo.
El Dao De Jing de Laozi y el Zhuangzi hacen alusión al principio de mantener el Uno como una forma de vivir en armonía con el Dao (道), el flujo natural del universo. En el Dao De Jing, Laozi pregunta: «¿Puedes cultivar tu espíritu y mantener el Uno?» Esta pregunta no solo tiene implicaciones espirituales, sino también prácticas: ¿podemos mantenernos fieles a un propósito central sin desviarnos por distracciones externas o internas?
representa la habilidad de vivir intensamente conscientes centrados en lo verdaderamente importante
La Procrastinación: una desconexión del propósito central
La procrastinación puede entenderse como un síntoma de desconexión. Cuando posponemos una tarea, a menudo lo hacemos porque no estamos plenamente alineados con su propósito o porque nuestras energías están dispersas en múltiples direcciones que no tienen nada que ver, de forma directa o indirecta, con él. Esto puede deberse a:
Falta de claridad: No saber exactamente por qué o para qué estamos haciendo algo.
Miedo al fracaso: Evitamos actuar porque tememos no cumplir con nuestras propias expectativas.
Falta de conexión emocional: Las tareas que sentimos obligatorias, pero no significativas a nivel profundo, tienden a ser procrastinadas.
Sobrecarga de distracciones: Vivimos en un mundo lleno de estímulos que fragmentan nuestra atención y nos alejan de nuestras prioridades.
En este contexto, aplicar el Shouyi significa trabajar para reestablecer una conexión con lo esencial, discriminando con inteligencia, simplificando nuestras metas y reconociendo lo que verdaderamente nos afecta en nuestro desarrollo personal auténtico y real.
Cómo el Shouyi ayuda a superar la procrastinación
1. Claridad de propósito
El primer paso para aplicar el Shouyi es identificar el propósito detrás de nuestras acciones. Esto implica preguntarnos:
¿Qué quiero lograr realmente?
¿Por qué es importante para mí?
¿Cómo esta tarea contribuye a mi propósito central?
En lugar de ver las tareas como obligaciones desconectadas, el Shouyi nos invita a integrarlas dentro de un marco más amplio de significado.
2. Enfoque en lo esencial
La dispersión de energía es uno de los mayores enemigos del progreso. En el taoísmo, mantener el uno significa eliminar lo superfluo y enfocarse en lo esencial. Esto puede lograrse mediante:
Priorizar: Establecer una lista clara de tareas importantes, jerarquizarlas teniendo en cuenta la realidad que nos afecta y comprometernos a realizarlas en un orden y programación coherente.
Entender la interacción: Desarrollar una manera de entender las prioridades desde una perspectiva interactiva, un modelo que tienda a la sinergia para que cada acento repercuta de forma positiva en el conjunto.
Eliminar distracciones: Crear un entorno libre de estímulos innecesarios que fragmenten nuestra atención cuando estamos aplicados en el cumplimiento de las tareas que nos hemos puesto.
mantener el uno significa eliminar lo superfluo y enfocarse en lo esencial.
3. Acción fluida (Wu Wei)
El concepto de Wu Wei, del que hemos hablado en posts anteriores, complementa el Shouyi al plantearnos que no necesitamos forzar nuestras acciones para avanzar. En lugar de luchar contra la procrastinación, podemos aceptar su presencia y comenzar con pasos pequeños y manejables, permitiendo que las tareas fluyan de manera natural.
Si te cuesta empezar un proyecto grande, dedica cinco minutos a un aspecto pequeño. Se trata de dar un pequeño bocado para saborear lo que tienes entre manos, sin perder de vista el conjunto, pero sin abrumarte por el volumen y la cantidad de tiempo que tendrás que dedicarle. A menudo, este simple acto rompe la inercia y pone en marcha el flujo de trabajo.
Uno de los facilitadores fundamentales de la procrastinación es la excesiva proyección frente a determinadas situaciones, proyectos u objetivos. Cuando nos proyectamos en exceso cargamos el presente de tensión, de exigencia y de prisa. Es preciso que no perdamos de vista el instante para poder fluir en él si que lo que falta o lo que creemos que tenemos por delante nos empujen fuera de la línea natural de flujo. En estos casos, la procrastinación aparece como una resistencia que debemos oír y que nos está indicando que no estamos plenamente fijados y alineados con el momento presente y sus necesidades específicas.
4. Constancia y hábitos
Aplicar el concepto de Shouyi no consiste en abordar esfuerzos puntuales de forma esporádica, sino de una práctica constante que debemos integrar en nuestra vida. Crear rutinas sólidas que reflejen tu propósito central es esencial para mantener el uno. Esto incluye:
Establecer horarios regulares para tareas importantes.
Crear rituales que marquen el inicio de la acción, como un breve momento de reflexión o respiración consciente antes de trabajar.
Identificar los momentos en los que actuamos en una inercia que disgrega nuestra conciencia unificada y volver al origen antes de que crezca.
Determinar momentos de descanso al día en los que podamos dejar volar la mente en un estado de descanso frente al esfuerzo mantenido para consolidar el uno. Es importante regular el tiempo que dedicamos a esto para no caer en la apatía o en el desarraigo de nuestras tareas personales. Una opción alternativa es meditar sobre elementos simples, como la respiración o la escucha del cuerpo.
5. Reconexión con el propósito mayor
Como decíamos antes, el Shouyi no nos plantea la procrastinación como enemigo, sino como una manifestación, un recordatorio de que necesitamos reconectarnos con lo que verdaderamente importa. En lugar de castigarnos mentalmente por postergar, podemos invertir ese tiempo en las siguientes reflexiones:
¿Estoy alineado con mi propósito?
¿Qué puedo cambiar para que esta tarea sea más significativa?
¿A dónde me llevará el desarrollo de esta tarea?
Recuerda que, incluso las tareas que no deseamos hacer pero que son necesarias, nos ofrecen un desarrollo indirecto que fortalece nuestra capacidad de resiliencia. Shouyi no significa hacer exclusivamente cosas que veamos significativas a priori, también consiste en descubrir el significado oculto que tienen otros aspectos que rechazamos pero que guardan relación con el resultado final de nuestra acción.
Prácticas concretas para implementar el Shouyi
Aunque ya hemos planteado algunos recursos a lo largo de la entrada, podemos concretar algunas acciones directas que nos llegan desde la propia tradición, tanto desde el ámbito de la filosofía taoísta como desde la propia marca de trabajo de los estilos internos de Kung Fu.
Meditación del uno: Dedica unos minutos al día a meditar sobre tu propósito central, aquello en lo que sientes que no recibes ningún ataque dispersivo o que resuena profundamente en tu interior con una plenitud de significado. Visualiza cómo tus acciones actuales están conectadas con tus metas más importantes.
Desglosa el uno: Entiende tus sensaciones corporales, tu estado emocional y tus pensamientos recurrentes y localiza las relaciones que se establecen entre estos elementos en un momento concreto en el que percibas que el flujo se ha frenado o parado.
Rituales simples: Crea un ritual que marque el inicio de tu enfoque, como encender una vela, escribir una intención o realizar tres respiraciones profundas antes de comenzar. Estos pequeños rituales te permiten fortalecerte frente a la tendencia heredada o influida hacia el descanso. Es preciso darle al descanso también sus pautas rituales y enmarcarlo en ellas para que no se inmiscuya en los momentos en los que no podemos permitírnoslo.
Escritura reflexiva: Lleva un diario donde reflexiones sobre tus logros diarios y cómo estos reflejan tu propósito central. Esto refuerza la conexión con el Uno. Pero no lo conviertas en una obligación más que te cueste asumir. Aunque se llame diario, puede utilizarse una vez a la semana o cuando realmente sientas la necesidad de expresar tu trabajo, tus expectativas, tus resultados o tus sueños. Plasmar estos elementos por escrito nos permite consolidar y fijar un presente, un instante al que podremos volver en el futuro para recuperar las fuerzas que nos llevaron a escribirlo.
Eliminar lo no esencial: Dedica tiempo regularmente a identificar y eliminar actividades o compromisos que no contribuyen a tus metas principales o que fomentan tu tendencia a la dispersión. No se trata de vivir una vida de sometimiento a tareas, se trata de naturalizar un estado interno unificado que requiere un tiempo de esfuerzo como cualquier otro entrenamiento. Una vez que alcancemos el hábito de reunificarnos, lo podremos hacer de inmediato con la fuerza suficiente para mantenerlo el tiempo que necesitemos.
Superar la procrastinación a través del Shouyi no es solo una estrategia práctica; representa una forma eficaz de transformación interna hacia nuestra verdadera naturaleza. Es aprender a vivir con intención, a mantener el foco en lo esencial y a actuar desde un lugar de claridad y unidad. Integrar estos principios en nuestra vida diaria, no solo favorece nuestra productividad, sino también fortalece nuestra consciencia y nos ayuda a alinearnos con solidez con nuestro propósito más profundo.
La procrastinación es un síntoma de nuestra desconexión. El Shouyi, en cambio, es un recordatorio de que, al mantener el uno, podemos encontrar no solo progreso, sino también paz y significado en nuestras acciones.
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