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Juramento, identidad y psicoactividad: sustancias en rituales de iniciación y movilización colectiva en la China del siglo XIX

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La relación entre sustancias psicoactivas y estructuras organizativas no estatales en la China tardía del periodo imperial revela una dimensión poco abordada del uso funcional de drogas en contextos rituales y políticos. En particular, las sociedades secretas como el Tiāndìhuì (Triada) y los movimientos insurreccionales como el Yìhétuán (Rebelión Bóxer) integraron elementos de farmacología ritual o estrategias de alteración de la conciencia con fines de cohesión, adoctrinamiento o legitimación mística. Lejos de obedecer a un único patrón, estas prácticas deben entenderse como respuestas adaptativas a las condiciones ideológicas, sociales y materiales de la época.


El Tiāndìhuì y la lógica sacramental del juramento

El Tiāndìhuì, también conocido como la Sociedad del cielo y la tierra, fue una de las estructuras clandestinas más extendidas y organizadas de la China meridional. Su lógica operativa combinaba elementos de resistencia política antimanchú, redes económicas paralelas y una fuerte dimensión ritualizada de pertenencia. La iniciación exigía un proceso de transformación identitaria que incluía el juramento, la adopción de una nueva genealogía simbólica, y la interiorización de una cosmología restauracionista.


kuan gong

La ingestión de sustancias durante estos rituales se sitúa en el cruce entre simbolismo y eficacia psicoactiva. Aunque los relatos más difundidos mencionan el uso de vino mezclado con sangre (real o simbólica), algunas teorías apuntan a la probabilidad del uso selectivo de sustancias clasificadas como shàngpǐn (superiores) en la farmacopea clásica, es decir, compuestos capaces de inducir estados de apertura mental, sugestión o trascendencia.


Cannabis () como agente psicoactivo principal

Clasificado desde el Shénnóng Běncǎo Jīng como hierba superior, se le atribuían propiedades para prolongar la vida, calmar el espíritu, facilitar la «apertura del corazón» y potenciar la conexión espiritual. Estas características lo hacen coherente con un modelo ritual orientado a la transformación ideológica, la ruptura con la identidad anterior y la inscripción irreversible en la hermandad.


En la farmacopea clásica se atribuye al máfén (cáñamo) «beneficiar los cinco órganos», «comunicar con la claridad del espíritu» y «aligerar el cuerpo», con múltiples advertencias de efectos perceptivos en caso de exceso. Desde el punto de vista etnofarmacológico, el cannabis en contextos rituales no actuaría como simple relajante, sino como facilitador de estados de sugestión profunda, hipersensibilidad emocional y reconfiguración simbólica. Su eficacia suele potenciarse en entornos cerrados, con una liturgia codificada, bajo condiciones de aislamiento y control interpretativo del símbolo.

el cannabis en contextos rituales no actuaría como simple relajante, sino como facilitador de estados de sugestión profunda,

No obstante, las descripciones académicas del rito iniciático del Tiāndìhuì registran vino con sangre, paso por la puerta de cuchillos, incienso y quema del juramentos escritos, sin evidencia alguna que nos permita confirmar el empleo de cannabis en estos rituales. Creemos que, aunque algunos investigadores sostengan esta idea, mientras no tengamos pruebas sólidas que lo confirmen, debemos considerar conjetural cualquier vinculación del cannabis con los rituales de iniciación triádica.


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El opio: funcionalidad económica, no litúrgica

En paralelo, el periodo Qing tardío se caracteriza por la masificación del consumo de opio, fenómeno que modificó la estructura económica y política del sur de China. Las sociedades secretas, en particular las Tríadas urbanas, controlaban el tráfico, distribución y consumo del opio como forma de sostener sus redes operativas. No obstante, el opio no parece haber desempeñado un papel central en los rituales de iniciación de alto valor simbólico. Su uso, aunque extendido, se asocia más a la creación de dependencia, a la obtención de ingresos y a la gestión de clientelas que a la facilitación de experiencias transformadoras.


Desde el punto de vista médico y simbólico, el opio no figura entre las sustancias superiores del Běncǎo, y su efecto depresor y sedante no responde a los requerimientos funcionales de un rito de tránsito de tipo identitario. En este sentido, debe distinguirse entre el uso instrumental de una droga como mercancía y su uso ritual como vector de cualquier de transformación interior temporal.

debe distinguirse entre el uso instrumental de una droga como mercancía y su uso ritual

La Rebelión bóxer y la alteración de conciencia sin fármacos

A diferencia del Tiāndìhuì, el Yìhétuán (literalmente «Puños justos y armoniosos») operó como movimiento insurreccional de base campesina, caracterizado por su rechazo de la influencia extranjera, su hostilidad hacia los cristianos y su reivindicación de una supuesta invulnerabilidad adquirida por un proceso de posesión espiritual. Esta creencia en la inmunidad frente a armas de fuego no se sustentaba, según las fuentes chinas revisadas, en el uso de sustancias químicas, sino en la combinación de entrenamiento físico, prácticas respiratorias, trance inducido y rituales de invocación (fújì).


La alteración de la conciencia en este contexto se entiende como efecto de un sistema místico basado en prácticas corporales repetitivas, sugestión colectiva y adoctrinamiento intensivo. La lógica de su introducción tiene que ver con la manipulación masiva de grupos humanos, contexto que necesita mecanismos homogéneos, de bajo coste, replicables y con efecto psicológico inmediato. Las drogas, por su variabilidad en efecto y dificultad logística, son ineficaces en este contexto.

el Yìhétuán (literalmente «Puños justos y armoniosos») operó como movimiento insurreccional de base campesina,

El caso Bóxer representa, por tanto, un modelo de mística sin droga, donde la posesión es simulada o inducida por medios psicosociales y no por alteración farmacológica. Este hecho desmiente algunas interpretaciones occidentales que atribuyen la exaltación de los Bóxers a consumo de sustancias, proyectando sobre ellos un modelo interpretativo ajeno al contexto cultural y logístico del norte rural chino.


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Función ritual y jerarquía farmacológica

La tipología del agente psicoactivo utilizado en una estructura secreta depende del propósito del rito. En el caso del Tiāndìhuì, el ritual buscaba producir una transformación de la identidad mediante un tránsito místico-controlado: requiere un agente de clase shàngpǐn que eleve, abra y grabe. En el caso de los Bóxers, el objetivo era provocar estados de exaltación colectiva, lo cual se logra mediante sugestión y no necesariamente mediante consumo de sustancias.


Esta distinción funcional pone en evidencia la utilidad del marco del Běncǎo como herramienta hermenéutica. Clasificar una sustancia no solo según sus efectos somáticos, sino también según su adecuación a un propósito espiritual o ritual, permite distinguir entre droga-sacramento, droga-comercio y droga-arma política.


Todo esto nos lleva a concluir que la presencia de sustancias psicoactivas en los contextos rituales de las sociedades secretas chinas no puede explicarse en términos genéricos. Es preciso establecer distinciones funcionales, taxonómicas y contextuales. El cannabis, en tanto sustancia superior dentro de la materia médica tradicional, pudo cumplir una función ritual coherente con la lógica del juramento místico del Tiāndìhuì, pero es solo una teoría sin confirmar. El opio, por el contrario, operaba en una dimensión económica y de control social. En el caso del Yìhétuán, la alteración de conciencia se lograba por mecanismos simbólicos y físicos no mediados por drogas, aunque algunos investigadores siguen manteniendo estas hipótesis.

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