Los números como lenguaje del cosmos en la tradición china
- Francisco J. Soriano
- hace 20 minutos
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Orígenes del pensamiento numérico chino
En la cosmovisión china, los números trascienden su función como meros cuantificadores abstractos para convertirse en una gramática universal. Además de ser herramientas fundamentales de cálculo, son percibidos como entidades portadoras de Qi (energía vital) y significado cosmológico, articulando las complejas y resonantes relaciones entre el cielo, la tierra y el ser humano. En esta entrada, la primera de una nueva triserie, exploraremos los fundamentos filosóficos de esta perspectiva única, con el objetivo de comprender mejor cómo, en la cultura china, los números forman el armazón de un sofisticado sistema para organizar y comprender el mundo.
Debemos comenzar señalando las diferencias nucleares de la numerología china respecto a la concepción occidental moderna. Mientras que en Occidente los números fueron progresivamente despojados de sus cualidades para convertirse en puras cantidades manipulables, en la tradición china conservan una profunda carga cualitativa, revelando patrones y procesos dinámicos que gobiernan desde los ciclos astronómicos hasta la propia fisiología del cuerpo humano. Esta visión se fundamenta en principios clave como el pensamiento correlativo, que mapea las estructuras del cosmos en el cuerpo, y una visión procesual de la realidad, donde los números son fases dinámicas, temas que iremos exponiendo a lo largo de esta serie.
en la cultura china, los números forman el armazón de un sofisticado sistema para organizar y comprender el mundo.
Para apreciar la profundidad del pensamiento numérico chino, es crucial comprender que opera en dos niveles distintos pero coexistentes: uno pragmático y popular, orientado a la suerte personal, y otro filosófico y estructural, que busca desvelar la arquitectura del universo. Reconocer esta jerarquía es un primer paso fundamental para comenzar a descifrar un sistema que es, a la vez, una guía para la vida cotidiana y un mapa del macrocosmos.

El principio fonético (Homofonía)
Este principio, que rige gran parte de la numerología cotidiana, se basa en un pragmatismo lingüístico sobre la similitud sonora entre la pronunciación de un número y palabras que denotan fortuna o desgracia. Encontramos claros signos de la influencia de esta visión en múltiples aspectos de la vida diaria, donde ciertos números son buscados y otros se suelen evitar. Veamos algunos de los más significativos.
El número tres (三, sān) es auspicioso por su resonancia con la palabra «vida» o «nacer» (生, shēng), confiriéndole una connotación inherentemente positiva.
En un señalado contraste, el número cuatro (四, sì) representa un claro tabú cultural, ya que su sonido es casi idéntico al de la palabra «muerte» (死, sǐ). Esta aversión es tan profunda que es común encontrar edificios sin un cuarto piso o que se evite el número en direcciones, matrículas y números de teléfono.
ciertos números son buscados y otros se suelen evitar.
El principio cosmológico (Estructural)
De naturaleza filosófica y fundacional, este principio se aplica a números que actúan como marcos conceptuales. Cifras como el 5, 8, 9, 12 y 108 trascienden lo meramente fonético y se convierten en pilares derivados de la observación celeste, la filosofía y la estructura del cuerpo humano. Desde estos números podemos obtener un mapa para comprender y navegar la arquitectura inherente del universo y, a la vez, ver cómo se definen los cimientos de disciplinas como la medicina, la arquitectura y las artes marciales.
Es fundamental afirmar la jerarquía entre estos dos principios. Mientras que la homofonía opera en un nivel superficial y pragmático, el principio cosmológico ostenta un estatus superior y fundacional. Ambos elementos permanecen como fundamentos porque proveen la arquitectura intelectual y filosófica sobre la cual se erigen disciplinas enteras, desde la cosmología hasta las artes marciales tradicionales.

La cosmogonía numérica del Dao De Jing
La fuente ontológica del pensamiento numérico chino se encuentra en uno de sus textos más importantes, el Dao De Jing. En sus páginas, el sabio Lao Tzu describe el proceso de la creación del universo a través de los números. Este relato cosmogónico establece el paradigma fundamental sobre el cual se construirán todos los sistemas posteriores. La frase clave, que encapsula esta visión, es:
«El Tao engendró al Uno. El Uno engendró al Dos. El Dos engendró al Tres. Y el Tres engendró las diez mil cosas»
Su análisis revela un proceso de diferenciación progresiva desde la unidad primordial hacia la infinita complejidad del mundo manifestado:
El Uno: Representa la unidad cósmica indiferenciada, el primer momento de manifestación que se separa del Tao, el misterio insondable.
El Dos: Simboliza la diferenciación primaria en las fuerzas opuestas y complementarias del Yin y el Yang. Es la polaridad fundamental que caracteriza toda la existencia: la oscuridad y la luz, lo femenino y lo masculino, la receptividad y la creatividad.
El Tres: Es el resultado crucial de la interacción dinámica entre el Yin y el Yang. Representa la armonía, el equilibrio y la nueva vida que surge de la integración de los opuestos.
Las diez mil cosas (wànwù): No se refiere de forma literal a la cantidad. Es una expresión idiomática china que denota la infinita multiplicidad de formas, seres y fenómenos que componen el universo manifestado. Es el mundo en toda su vibrante y diversa realidad.
Lao Tzu describe el proceso de la creación del universo a través de los números.
Curiosamente, esta progresión de la unidad a la multiplicidad a través de los primeros números resuena con otras tradiciones antiguas, como la tetraktys pitagórica, sugiriendo una intuición casi universal sobre la estructura numérica de la realidad.
Habiendo establecido algunas de las raíces filosóficas fundamentales de este sistema, desde la dualidad del Yin y el Yang hasta la creación de la multiplicidad, en nuestra próxima entrega exploraremos cómo estos principios se expandieron para crear los grandes marcos que organizan la naturaleza, el tiempo y el espacio para los chinos: los Cinco Elementos y los Ocho Trigramas.
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