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Dragones. ¿Existen o no? Entrada 1


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En nuestros módulos de Prekungfu y Kungfu Play solemos abordar la fase final del entrenamiento con un pequeño espacio para contar historias mientras estiramos el cuerpo. Llamamos a estas historias «elasticuentos». Algunos de estos cuentos son creaciones propias que pretenden inspirar valores, conductas equilibradas y calma cuando ha terminado la pequeña tormenta de la práctica. Intentamos con ello revivir una tradición marcial ancestral basada en historias llenas de simbolismo y utilidad formativa en el ámbito de la ética marcial o Wude (武德).


"Antes de aprender la técnica, debes aprender la moral." (Wei Xue Wu, Xian Xue De).

Cuando vemos que existen ya historias de diferentes autores que encajan bien con nuestro objetivo mensual de Wude, las tomamos prestadas y las utilizamos del mismo modo que hacemos con las propias. Tal es el caso de There’s No Such Thing as a Dragon, de Jack Kent, una historia que podría ser tan útil para padres como lo es para abordar un montón de reflexiones creativas con los pequeños.


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Aunque el cuento parece simple y directo, bajo su historia podemos encontrar capas de significado muy útiles para quienes educamos, acompañamos o enseñamos a nuestros menores. La trama es muy sencilla, trata de un niño que se despierta y encuentra un dragón diminuto en su habitación. Corre a decírselo a su madre, pero ella niega que este dragón exista pese a la evidencia de su presencia y el dragón crece. Ante la insistencia del niño sobre la presencia del dragón, la madre vuelve a negar que este exista y este crece aún más. Y así hasta que el cuerpo del dragón ocupa toda la casa y se convierte en un personaje enorme imposible de ignorar que interfiere en todo.


Para la práctica marcial, el dragón es un recurso multipolar. Una herramienta simbólica que nos permite encajar todo aquello disperso que no es evidente a simple vista en el arte, es decir, todo aquello que no percibimos tal y como es realmente, o que permanece oculto a los sentidos, como son los aspectos mentales o de Qigong en la práctica marcial. Cuando utilizamos esta historia por primera vez, muchos de los pequeños resaltan de inmediato que «los dragones no existen». Nosotros validamos también de inmediato lo que dicen, pero les invitamos a que trasladen el concepto al contexto de la fantasía para que podamos trabajar sobre él, sobre todo porque están estudiando un estilo que se basa en cinco animales, uno de los cuales es «el dragón».

los pequeños resaltan de inmediato que «los dragones no existen». 

Solemos utilizar relatos, metáforas y personajes simbólicos como el dragón, el tigre o el mono para apoyar el desarrollo emocional y motor del niño, pero nunca mezclamos la realidad con la ficción. Muchas familias se preguntan cómo encaja esto con la pedagogía Montessori, en la cual basamos nuestro enfoque formativo infantil de estas primeras etapas. En realidad, en nuestra filosofía educativa entendemos que la fantasía es una herramienta útil, pero que debe introducirse de forma adecuada en tiempo y forma, es decir, con el acompañamiento correcto y las explicaciones oportunas.


Entre los 3 y los 6 años, los niños todavía están construyendo su comprensión del mundo real. Según Montessori, esta etapa requiere un ambiente que favorezca la claridad, sobre todo respecto a objetos concretos, experiencias que puedan comprobar con los sentidos y relatos que ayuden a ordenar su percepción de la realidad. Por eso, nunca presentamos criaturas como los dragones o los animales míticos como si existieran realmente, sino como personajes de cuento que ayudan a expresar emociones y valores propios del aprendizaje marcial.

dragón chino

Cuando introducimos un dragón en una actividad, juego o cuento, siempre explicamos que se trata de un ser imaginario propio de la tradición narrativa china. Lo utilizamos como recurso para trabajar temas muy reales y relevantes para su desarrollo, como son:


  • Gestionar el miedo y la valentía.

  • Reconocer emociones intensas y transformarlas en patrones regulados de movimiento.

  • Despertar la curiosidad por otras culturas.

  • Aprender a diferenciar entre realidad y ficción de forma natural.


La idea no es que el niño crea en dragones o que estos existen, sino que comprenda lo que significan como concepto, ya que aparecen en la estructura simbólica del estilo que están estudiando desde estas primeras semillas de conocimiento. Creemos que la imaginación es fundamental para el desarrollo creativo, pero necesita una base sólida de realidad para crecer con seguridad. Cuando el niño entiende que «esto es un cuento» y «esto es el mundo real», puede disfrutar plenamente del juego simbólico sin generar confusiones ni miedos innecesarios.


Este enfoque está completamente alineado con la pedagogía Montessori y, al mismo tiempo, encaja con la tradición marcial que inspira nuestro método. En él, los animales no son modelos gestuales que imitar como loros, sino que representan cualidades internas y externas que van desde el propio concepto de agilidad hasta la determinación, la calma, el equilibrio o, entre otras muchas características, la focalización. Si los pequeños piensan que el dragón, como concepto, no existe, será bastante difícil que puedan abordar posteriormente su estudio en el marco del estilo. No es fácil, pero podemos establecer unos antecedentes introductorios divertidos, amenos y que cumplan la función de introducción que todo aspecto simbólico requiere para no perderse en sus potenciales subjetividades.


Aunque la historia a la que nos referimos no trata de dragones chinos ni va por estos derroteros, creemos que puede ser un buen pretexto para que introduzcamos en esta primera entrada un análisis del concepto del Dragón. En particular, queremos exponer las diferencias interpretativas del símbolo en dos culturas tan distintas como la occidental y la oriental, antes de volver de nuevo al cuento y a sus peculiares elementos psicológicos de trasfondo. Será pues en la segunda entrada cuando profundicemos en el valor de la historia de Jack Kent, no sin antes conocer un poco más sobre los dragones en nuestra narrativa simbólica y entender la utilidad de no negar su existencia de antemano.


Dragón chino

El dragón chino (Lóng)

En la cultura china, el dragón no es un monstruo que hay que vencer (como en el mito de San Jorge o en la fantasía medieval europea). Se trata de un ser acuático y celestial alejado del fuego, de las cuevas y del oro, que vive en los ríos y en los lagos o volando entre las nubes.


Representa la energía Yang (masculina, activa, luminosa), el poder imperial, la fertilidad (trae la lluvia para las cosechas) y la buena fortuna. Aunque es una quimera (tiene partes de muchos animales), en China esto simboliza la unificación ancestral de las tribus. Los primeros historiadores chinos señalan que el Emperador Amarillo, al conquistar otras tribus, incorporó sus tótems al suyo (la serpiente), añadiendo las astas del ciervo, las escamas de la carpa, las garras del águila, etc.

Se trata de un ser acuático y celestial alejado del fuego, de las cuevas y del oro, que vive en los ríos y en los lagos o volando entre las nubes.

En occidente, sabemos que el dragón representa el caos que el héroe debe ordenar o destruir. La antropología biológica y la psicología analítica moderna lo describen como una «amalgama de temores ancestrales». Esta teoría sugiere que el cerebro humano «inventó» al dragón uniendo las características de los tres depredadores principales de nuestros ancestros primates:


  • La serpiente (el cuerpo sinuoso y escamoso, el veneno).

  • El gran felino (las fauces, el rugido, la postura acechante).

  • El ave de presa (las garras, las alas, el ataque desde arriba).


El psicólogo clínico canadiense Jordan Peterson, uno de los más brillantes pensadores actuales del campo de la psicología y la simbología, ha popularizado esta visión partiendo de los trabajos del psiquiatra suizo Carl Jung, quien sentó las bases para ver a estas criaturas como arquetipos psicológicos universales y no solo como folclore. Peterson describe al «Dragón del caos» como la representación de lo desconocido y el peligro latente que acecha fuera de la cueva. Para él, el dragón es de forma simbólica la «predación definitiva» y enfrentarse a él es el camino hacia la madurez heroica proclamada desde el pasado.

el cerebro humano «inventó» al dragón uniendo las características de los tres depredadores principales de nuestros ancestros primates

En China, sin embargo, el dragón representa el orden cósmico y la verdadera autoridad del cielo. Aunque, la representación física el dragón chino sí es una amalgama de animales (cuerpo de serpiente, escamas de carpa, astas de ciervo, garras de águila y ojos de tigre), la cultura china, en lugar de convertir a ese «superdepredador» en símbolo del enemigo definitivo, lo convirtió en el «protector definitivo». Si tienes al depredador más fuerte de tu lado (el Emperador/el Dragón), nada puede dañarte.


yin yang

Siguiendo este enfoque simbólico, vemos que uno de los objetivos de las artes marciales chinas no es luchar contra el dragón, es adquirir sus características, es decir, convertirse en él. En el plano anatómico, la representación del dragón pone el acento en la movilidad de la columna ya que, su forma de generar energía combativa (similar a un látigo) viene de la ondulación, la torsión y el movimiento espiral.


En el plano mental, el símbolo del dragón representa el espíritu (Shen) y la fluidez mental que permite la capacidad de cambiar de dirección inesperadamente y de elevarse por encima de la fuerza bruta del oponente. Mientras que la práctica representativa del tigre permite entrenar los huesos y la fuerza externa, el dragón desarrolla ese espíritu a través del esfuerzo aplicado a la focalización mental, al control respiratorio (y sonoro) y al control e integridad emocional.

Su forma de generar energía combativa (similar a un látigo) viene de la ondulación, la torsión y el movimiento espiral.

Esta integridad emocional parte de la premisa de cancelar el miedo dentro del combate, sin reprimirlo pero integrándolo en el marco del contexto combativo con fluidez y naturalidad. Si el dragón es el «depredador total», cuando el practicante se inspira en él adopta la psicología del depredador alfa, eliminando con ello una parte de su propia mentalidad potencial de «presa», algo que en el plano combativo cambia radicalmente las posibilidades de supervivencia.


dragon chino

Las características del dragón aplicadas al «contexto técnico» del arte también son significativas. Veamos toda esta estructura.


  1. El cuerpo de serpiente (Shé)

Ya hemos mencionado que la potencia motriz del dragón proviene de la columna vertebral. Al igual que en las técnicas de serpiente, en el dragón se busca de forma constante el movimiento ondulatorio. Esto se traduce en no bloquear el torso. Necesitamos que la fuerza viaje desde el talón, suba por la pierna y sea amplificada por una cintura y columna flexibles antes de llegar al puño. Sin este «cuerpo de serpiente», el practicante mantendrá un grado de lentitud y rigidez limitante que acortará su potencial expresivo del arte marcial.


  1. Las garras de águila (Yīng)

Aunque el dragón puede golpear, su característica especial es el control. Sus garras mitológicas provienen de las aves de presa representando la capacidad de agarrar, desgarrar y controlar las articulaciones del oponente. En Hung Gar utilizamos la Garra de Dragón (Lung Jow). A diferencia de la garra de tigre que sujeta y aplasta, la del Dragón busca tendones y puntos de presión con precisión quirúrgica, fusionando la sensibilidad con un agarre de hierro.


  1. Las patas de tigre ()

Un dragón sin base sólida pierde el núcleo original de la energía. Si observamos cómo suelen representarse las extremidades del dragón, veremos que son musculosas y están tomadas del tigre. Son la base de su potencia y estabilidad baja. En Hung Gar mantenemos el Sei Ping Ma (postura de caballo) sólido para desarrollar esta características. El Dragón necesita la ferocidad y el asentamiento del Tigre para poder proyectar su energía interna sin perder el equilibrio.


  1. Las escamas de carpa ()

Se dice que tiene exactamente 117 escamas (81 yang, masculinas/positivas, y 36 yin, femeninas/negativas), dos planos superpuestos de los dos números nucleares del equilibrio (6 y 9). Una de las características claves de este animal es la capacidad de desviar y resistir. En Hung Gar, esto se relaciona con el concepto de la «Camisa de Hierro» y la sensibilidad de la piel. No recibimos el golpe de lleno; nuestras «escamas» (nuestra estructura y sensibilidad) hacen que el ataque del oponente resbale, permitiéndonos entrar en su guardia interceptando (Jie) sin asumir el cien por cien del impacto.


  1. Los cuernos de ciervo ()

Simbolizan la longevidad y la conexión con el cielo. A diferencia de los demonios, sus cuernos son nobles y ramificados. Representan la sensibilidad extrema, la capacidad de escuchar la energía del oponente y de ramificar nuestros sentidos más sutiles (los mentales) hacia el exterior, es decir, Ting Jin. Es la habilidad de saber qué va a hacer el oponente antes de que termine de pensarlo permitiendo reaccionar al cambio sin sorpresa. Es también, en términos estructurales combativos, la distancia ofensiva que protege una de las partes vitales más importantes, utilizando los puentes de brazo como trasuntos de estas astas ramificadas.


  1. El vientre de almeja/molusco (Shèn)

Se refiere a la suavidad y segmentación del vientre, que es su punto vulnerable, similar a la carne protegida dentro de una concha. Almacena su perla de poder en el interior, lo cual apunta directamente a la respiración y el Dantian. Este elemento se refiere al trabajo interno. La respiración no se queda en el pecho; desciende al bajo vientre e integra la acción corporal y mental en armonía con la energía del momento, es decir, Qigong. Comprimimos y expandimos la energía interna, utilizando la respiración para generar un poder explosivo corto (Fa Jin).


  1. Cabeza de camello (o caballo)

Representa la resistencia y el vigor. La forma alargada del hocico proviene de aquí. Nos presenta la necesidad de energía abrumadora e infatigable en la lucha, es el correr/luchar hasta morir si las circunstancias así lo demandan. También está en el núcleo de esta simbología la nobleza de este animal, que representa la fuerza definitiva en cualquier ejército en el pasado.


  1. Orejas de vaca (o buey)

Indican la capacidad de escuchar a todos los seres; representa la compasión y la paciencia, características fundamentales en la práctica marcial para aprender, perseverar y aplicar la moderación en la aplicación combativa de sus técnicas.


  1. Ojos de Kuei (o de conejo/liebre)

Se dice Kuei por la intensidad y el poder espiritual, o "conejo" por el color rojo y la capacidad de ver en la oscuridad. Representa la visión clara y perfecta de la realidad de cada momento y la importancia de que la mirada represente el espíritu sin debilidades, es decir, la posibilidad de ejercer la intimidación que evita el conflicto, una forma sutil de disuasión frente a posibles agresores.


Además de las partes animales, el dragón chino suele representar también características místicas:


  • La perla de fuego (o de la sabiduría): Casi siempre se representa persiguiendo o sosteniendo una perla bajo la barbilla o en la garra. Esta perla simboliza la sabiduría, la iluminación espiritual y la esencia de la luna y el sol.

  • Chimu (la cresta): Una protuberancia en la cabeza que le permite volar sin necesidad de alas (aunque algunos dragones antiguos sí tenían alas, la mayoría vuela por magia).


En definitiva, el Dragón en las artes marciales chinas y, en particular, en el Hung Gar representa la etapa en la que dejamos de usar la fuerza bruta para empezar a usar la técnica estudiada de forma inteligente y oportuna. Es el momento en que unificamos las mejores cualidades marciales en un proceso integral completo.


Hasta aquí hemos realizado un breve repaso de la simbología del dragón y su utilidad en la práctica. Creemos que entendiendo mejor la utilidad práctica del concepto, nos abriremos más a la información simbólica y ritual que nos llega del pasado; sin negarlo de inmediato por irreal, por anacrónica o por su falta de encaje directo en nuestra cultura. Precisamente, de todo esto trata el cuento que señalábamos al comienzo y que, ahora sí, podremos tratar con todo lujo de detalles en la segunda entrada de esta serie.

1 comentario


finis.017
hace 5 horas

Formidable y bella explicación Fran. Gracias.

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